Hay que considerar que cada perro es único y al igual que los humanos, tienen partes corporales más sensibles que otra; es decir, posiblemente disfrute más con caricias en el lomo o en la cabeza. Pero, por criterio general, la barriga es una parte muy sensible del perro. Por esta razón, a la mayoría de los perros les encanta mucho que su humano le sobe, acaricie o rasque esa zona.
Asimismo, la postura que adopta el canino en esta situación expresa una conducta que no debemos dejar pasar, pues cuando un animal se acuesta boca arriba y deja expuesta su barriga quedara indefenso. Esta es una postura que expresa obediencia, respeto, pero igualmente confianza, gracias a que el animal sabrá que será acariciado.
¿Por qué motivo le gusta tanto?
La razón por los que los perros aman estas muestras de cariño es diferente:
- En primer punto, el animal siente placer con el frote de nuestras uñas o dedos (roce suave) contra su piel, es parecido al gusto que los humanos sienten cuando es acariciado en la espalda. En el caso del perro estimula el folículo, haciendo que el canino sienta placer con las caricias. Inclusive se relaje.
- En segundo punto no se debe perder de vista que igualmente se trata de un mecanismo que el canino se relaciona con su amo. En diferentes oportunidades las caricias son muy correspondidas con lamida y con gestos que demuestran que el perro nos está devolviendo su gesto de afecto. Por tanto, para ellos es muy placentero de consolidar la relación perro-amo, de fortalecer la relación con el perro, de fortalecer el compañerismo entre los dos seres: humano y animal.
- En tercer punto no hay duda de que logre haber asociado caricias con el llamado de atención. Es decir, sabe que brindar su barriga es una estrategia para que le prestemos atención al animal, motivo por la cual se acuesta boca arriba, pues sabe que será acariciado y mimado.
Toma en cuenta que no todos los perros les gustan los mimos en esa zona del cuerpo, y que ellos son los que resuelven cuándo y además cuándo no. Por tanto, antes de mimar, observemos su temperamento, su conducta y veamos si quiere caricias o quiere que lo dejemos tranquilo. Con la convivencia entre el animal y el humano, estas acciones son fáciles de percibir.
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