Las malas cosechas condenan a más de 32.000 familias en Mozambique al hambre extrema

En el distrito de Chibabava, en el centro de Mozambique, más de 32.000 familias están atrapadas en una de las peores crisis alimentarias de los últimos años. Las lluvias han desaparecido, las temperaturas han superado niveles habituales y los campos, antes fértiles, se han convertido en terrenos áridos sin capacidad para sostener cultivos. Las consecuencias son devastadoras: comunidades enteras sobreviven ingiriendo raíces de plantas silvestres, muchas de ellas tóxicas, ante la ausencia total de alimentos. Esta situación, provocada por la intensificación del fenómeno climático El Niño, ha colocado a miles de personas al borde de la inanición.

El Niño y la sequía extrema arrasan los cultivos en Chibabava

El fenómeno de «El Niño» ha alterado los patrones climáticos globales, impactando de forma severa en el sur de África. En el distrito de Chibabava, las lluvias no llegaron cuando se esperaban y las temperaturas se elevaron hasta niveles que destruyeron por completo los cultivos de subsistencia. Maíz, sorgo, mandioca y otros alimentos básicos se perdieron por la falta de agua y el calor excesivo.

La agricultura en esta región es esencial para la supervivencia diaria. Las familias no disponen de reservas ni de medios para comprar productos en el mercado. Sin cosechas, no hay comida ni ingresos. Esta dependencia directa de la tierra convierte cada sequía en una amenaza de vida o muerte. En este caso, la magnitud de la pérdida ha sido tal que ha empujado a miles de personas a situaciones extremas, como recurrir al consumo de raíces silvestres, sin garantía alguna de que sean seguras para el organismo.

Hambre extrema: familias que no tienen qué comer

Las cifras son alarmantes. Más de 32.000 familias se encuentran actualmente sin acceso a alimentos básicos. No se trata de inseguridad alimentaria leve o moderada, sino de un escenario de hambre extrema, donde la comida ha desaparecido de los hogares. Las escenas que describen los trabajadores humanitarios en la zona reflejan una realidad desgarradora: niños desnutridos, madres desesperadas y comunidades enteras agotadas por la falta de sustento.

Comer raíces y plantas desconocidas no es una elección, es una imposición impuesta por la necesidad de sobrevivir. La falta de diversidad alimentaria, unida a la ausencia total de agua potable y atención sanitaria, multiplica los riesgos: infecciones intestinales, intoxicaciones y desnutrición grave son cada vez más frecuentes.

La única ONG presente en la zona: una respuesta vital para salvar vidas

En medio de este drama humanitario, Azada Verde, una ONG española que lucha contra el hambre y la pobreza en Mozambique, se ha convertido en el único sostén para miles de familias en Chibabava. Su presencia sobre el terreno es, literalmente, lo único que separa a muchas personas de la muerte por inanición.

La organización ha comenzado una campaña urgente de reparto de alimentos básicos. Entregan sacos de arroz, aceite, harina y otros productos esenciales para paliar el hambre más inmediato. La logística es compleja, debido al mal estado de las carreteras y la dispersión de las comunidades rurales, pero los equipos de Azada Verde siguen trabajando sin descanso para llegar a quienes más lo necesitan.

Cada entrega de alimentos representa una oportunidad de supervivencia. No se trata solo de dar comida, sino de mantener con vida a las personas hasta que sea posible iniciar nuevas cosechas.

Semillas para comenzar de nuevo: la esperanza en medio del desastre

Una parte esencial de la respuesta de Azada Verde se centra en el futuro. El reparto de alimentos cubre la emergencia, pero la recuperación pasa por devolver a las familias su capacidad de cultivar. Para lograrlo, la ONG ha comenzado a distribuir semillas adaptadas al clima de la zona.

La entrega de semillas de maíz, judías, cacahuetes y otros cultivos resistentes a la sequía permite que las familias puedan iniciar una nueva temporada agrícola en cuanto las condiciones lo permitan. Con apoyo técnico y formación, muchas comunidades están ya preparando la tierra con la esperanza de obtener una cosecha que les devuelva algo de estabilidad.

La estrategia es doble: alimentar a la población de forma inmediata y al mismo tiempo reactivar su capacidad de producir alimentos por sí mismos. Este enfoque integral permite no solo evitar muertes, sino reconstruir el tejido productivo de la región.

Una crisis humanitaria olvidada

Lo que ocurre en Chibabava es solo un ejemplo del impacto que el cambio climático está teniendo en las comunidades más vulnerables del planeta. Sin embargo, la falta de cobertura mediática y el olvido internacional condenan a estas personas al silencio. La ayuda internacional no llega, los recursos escasean y la presión sobre organizaciones como Azada Verde es cada vez mayor.

La crisis humanitaria Mozambique requiere atención urgente. Ignorarla implica asumir que decenas de miles de personas pueden morir simplemente por falta de agua, alimentos y recursos básicos. Actuar ahora, visibilizar la situación y apoyar a quienes trabajan sobre el terreno es la única forma de frenar una tragedia que crece cada día.

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