Anualmente, la Antártida y el Ártico arrojan grandes bloques de hielo a la deriva que terminan fundiéndose a medida que viajan a latitudes mínimas. La pregunta es ¿Se lograrían remolcarse hasta territorios necesitados de agua dulce?
La idea es demandante, pero hay investigaciones realizadas por François Mauviel y Georges Mougin los expertos oceanográficos franceses, quienes han aprovechado toda la tecnología actual de remolcadores marinos y materiales, así como el uso de procesadores para aparentar la viabilidad de la compañía y que la solución consiga ser rentable y viable.
Se considera que la reserva de agua dulce ubicada en los polos es la más grande del planeta. El agua procedida de los icebergs lograría indemnizar la demanda de agua dulce a grandes zonas del planeta. Lo ideal es saber cómo conseguirlo. Los icebergs usados serían aquellos que se desprenden de manera natural y la restauración de hielos en los polos sucede de manera continuada, afirmando la sostenibilidad de este vital recurso.
Los glaciares viajan poco a poco hacia el mar, desintegrándose en la mayoría de los casos en grandes icebergs tan enormes como un país pequeño.
Un proyecto rentable
Un bloque de hielo que pese cerca de 30 millones de toneladas lograría beneficiar la demanda de agua dulce de una localidad con 500.000 de habitantes durante un año completo. El proyecto se fundamenta en el uso de icebergs ya despegados y nadando en el mar libremente. Anualmente, se desprenden cerca de 40.000 icebergs, alrededor de 200.000 toneladas, aunque se han visto ejemplares que pesan millones de toneladas, pero son solo vistos en Groenlandia. El remolque de icebergs para abastecer de agua dulce a ciertas ciudades suele ser el más económico que el uso de buques cisterna, debido a que un pequeño iceberg que pese 10 millones de toneladas, necesitaría cerca de 100 cisternas para conseguir el mismo volumen de agua trasladada.
En las últimas décadas, la ilusión de transportar estos icebergs hasta territorios necesitados de agua ha encaminado todo tipo de ideas, varias de ellas más descabelladas que otras, como por ejemplo aquella que incluso llevaba un propulsor en el mismo iceberg que le ayudaba a navegar sin ningún inconveniente funcionaba como un buque de hielo.
Se considera que el remolcado de icebergs suele ser más complicado de lo que pueda parecer de primeras pruebas y necesita, además de diferentes metodologías de propulsión, a argumentos relacionados con la seguridad y maniobrabilidad marítima internacional. Los experimentos indican que el iceberg se va progresivamente fundiéndose durante el viaje y, por tanto, cambiando si forma, la gran masa de hielo puede llegar hasta quebrarse.
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