Laberintos vegetales

Bernabé Moya experto en botánica, escribe sobre la imagen del laberinto en la teología y la literatura, donde se ha apreciado relatos internacionales como el del Minotauro y las páginas ofrecidas por Jorge Luis Borges a estos lugares de alto valor mitológico. La jardinería para desarrollar laberintos se remonta a siglos y ha dejado lugares de gran valor decorativo y recreativo.

Una de las prácticas más excitantes que se logra ofrecer en un jardín es la de contar con un excelente laberinto en el que ingresar por sus altos muros y los angostos pasillos esculpidos milimétricamente en ciprés, setos o tejos nos parecen misteriosos y muy desafiantes. No es de extrañar que los más amantes ante el reto, deambular por caminados alternativos y tomar decisiones libres, siendo esta la parte esencial del encanto.

Aunque existen diferentes tipos de laberintos. El callejero donde se desarrolla una gran urbe y de manera principalmente gráfica, el de las ciudades y los laberintos de burgos medievales que son grandes y amurallados; o las lujosas galerías y pasillos de un palacio con la continuación ininterrumpida de aposentos y algunas cámaras reales. Igualmente, la naturaleza nos brinda los suyos. Las grutas subterráneas con sus sombrías galerías y travesías intercomunicadas, la infinidad de las arenas de los desiertos, la amplificación inabarcable de los mares o los espesos bosques, donde resulta fácil extraviarse y perderse. Sin dejar de lado la propia estructura del sistema nervioso central que se encuentra distribuidos por neuronas y dendritas.

Ejemplares antiguos

El laberinto es, igualmente, un ejemplar cultural universal, siendo un tipo de representación del camino a la vida, dando un significado místico y muy profano, creado en un tiempo de tragedia y diversión. Como imagen mitológica, sé remota Antigüedad como petroglifos en diferentes partes del mundo.

Sin embargo, no sea la reseña más antigua, lo que resulta indiscutible es que el laberinto más icónico solio ser el Minotauro encontrado en la isla de Creta. Debe su inicio a la legendaria reconstrucción diseñada por la graciosa Dédalo, a postulación del rey Minos, con el propósito de mantener preso y oculto a una vestía con cuerpo de hombre y con cabeza de toro. Mitad persona y mitad salvaje. Producto de la pasión arrolladora incitada a la reina Pasífae, tras yacer con un grandioso toro blanco como ofrenda de Poseidón a su marido, el cual se negó a sacrificarlo en dignidad del dios de los océanos e intento de engañarlo.

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