El uso del suelo para la agricultura no corresponde precisamente a la destrucción completa del bosque. Si un área se tala dejando varios árboles, se cultiva por un intervalo de años y luego se dejan las tierras en desierto, el bosque se volverá a reproducirse.
Igualmente, puede utilizar el suelo para labrarlo por mucho tiempo si se manipulan los recursos naturales de manera sostenible, con la contribución de materia orgánica, asociación o la rotación de los cultivos y protección frente a la erosión.
El inconveniente inicia cuando la población incrementa y ya no existen tierras aptas para rotarlas ni se utilizan otros procesos de la agricultura sostenible. No dejando los terrenos en barbecho para que se restituya naturalmente su fertilidad ni se les agregues abonos orgánicos. De este modo el suelo se degrada y los cultivos son cada año más insuficientes. Definitivamente, la tierra desgastada y sin nutrientes es dejada y se llena de malezas.
El aprovechamiento del bosque, si es realizada en manera inadecuada, logra degradarlo gravemente. Esto ocurre cuando se talan bosques que envuelven laderas o cuando los caminos de uso diario están mal elaborados.
La desintegración de los bosques genera el incremento de la erosión, sequías e inundaciones, con sus graves resultados: pobreza, desertización, hambre, emigración de la población campesina.
La deforestación en los espacios tropicales se ha hecho evidente en los últimos años, con pérdidas anuales. Ha incrementado el consumo de madera, principalmente de maderas de especies exóticas, que son de crecimiento lento y de gran importe comercial. Igualmente, se practica a gran escala la quema y tala de los bosques para conseguir tierras de cultivo, que después no se previenen de la erosión y la rápida pérdida de nutrientes. Estas tierras son dejadas luego de pocas cosechas porque han consumido su fertilidad.
La repoblación forestal
La invitación apropiada no es salvar los bosques sin haber hecho uso de ellos, sino tomar en cuenta que se usen como un recurso renovable. Así se logrará el suministro duradero de los productos que el bosque nos ofrece y la conservación del el clima, suelo, el agua y los animales silvestres.
Por lo tanto, los terrenos de pendiente pronunciada no deben ser usados al cultivo. Si ya poseen árboles, lo ideal es conservarse porque impiden la erosión que se genera por la acción de la lluvia y el fuerte viento en las laderas no patrocinadas.
Si hay la perdida de los árboles, deberán plantarse, recordando la calidad de introducir especies nativas.
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