Paujil nocturno, el ave que huyo de la noche

Por alrededor de 200 años, se pensó que el paujil nocturno evitaba sus actividades durante la noche. Actualmente, gracias a la tecnología, se excluyó este paradigma.

Durante las noches los cielos del Amazonas se llenan de misterio y encanto. Allí, en medio de la oscuridad, se puede notar una gran diversidad de criaturas que salen de lo más recóndito del lugar, emitiendo un sonido penetrante que sobresale desde lo más profundo, este sonido es producido por aves y mamíferos de estas zonas tropicales. Es un ruido rudo, procedente de la misma garganta de la selva, que se oye exclusivamente desde que se oculta el sol hasta que vuelve a salir desde el horizonte.

Este eco es tan particular que pocos visitantes o residente de la amplia cuenca amazónica lograrán declararse ajenos a él. Ese murmullo es el canto del paujil (Nothocrax urumutum), una especie de ave más característica de toda la Amazonía, y la cual lleva ese nombre por la creencia prevalecida de que delimita su actividad durante la noche. Un reconocimiento que lleva casi dos siglos.

Estudios indica la presencia del ave durante las noches

Gracias a una investigación que recopiló registros hace 16 años, investigadores, dirigido por el biólogo Andrés Link, del centro de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, termina de confirmar que el paujil no es tan sonámbulo como se pensaba. Un descubrimiento logrado con demostración científica muy sólida, que cambia una muestra de la ornitología.

Su publicación fue directamente a la revista Ornitología Neotropical, donde se hace reseña a la investigación sobre especies del trópico americano. Los 11 participantes del documento alegan que, a diferencia de lo que se especulaba, el paujil nocturno es una variedad con hábitos especialmente diurnos, lo que lo asimila a otras especies de crácidos, una variedad taxonómica a donde otros paujiles forma parte, igualmente son llamados como pavones, así como las pavas y las guacharacas.

Para llegar a este desenlace, los investigadores utilizaron una herramienta tecnológica cada vez más tradicional en la exploración de la fauna silvestre, principalmente en territorios en los que la presencia humana suele ser difícil e inmoral, pues terminan perturbando el hábitat y alejando a los animales que se desea observar. Por eso que hay cámaras y dispositivos de grabación que funcionan las 24 horas, sin ser operado por una persona facilitando el estudio.

Los biólogos investigaron registros captados por cámaras entre 2004 y 2020, los cuales corresponden a un total de 68.838 días donde se consiguieron 274 avistamientos independientes del movimiento del paujil nocturno. La mayoría de las apariciones del ave frente a la cámara resultaron de día, y, ninguna, de noche.

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